31 marzo, 2010

Los Ojos que Ven (Capítulo 3)


Salimos de la casa en silencio. Ninguno de los dos dijo nada sobre lo que acabábamos de ver. La noche estaba cayendo sobre las calles, los edificios, los coches... y solo nos alumbraban unos focos de luz artificial que hacían que cada vez que miraba el rostro de Jake lo viera todavía más triste. Caminaba desganado, con la mirada clavada en el suelo intentando buscar consuelo en algún lugar que a mí me pareció inalcanzable.
No sabía qué hacer para que se sintiera mejor, sin embargo, en todas las ocasiones en las que yo me había encontrado decaída, él había solucionado mis penas con las palabras exactas que necesitaba escuchar, aquellas palabras que hacían que no me sintiera culpable, las que hacían que me perdonara a mí misma.
Y ahí estaba yo, caminando por la calle a las tres de la madrugada con mi mejor amigo el cual estaba realmente hundido. Nunca había sido una persona de muchas palabras, supongo que era porque las utilizaba para las cosas estrictamente necesarias. La comunicación definitivamente no era lo mío. Al final obté por el medio tradicional, aquel por el cual sin decir nada lo decimos todo.

Me paré frente a Jake y él se vio obligado a encararme al encontrarse sus ojos con mis zapatos. Lo miré un segundo, sus ojos marrones eran como dos pozos de tristeza sin fin, nunca pensé que aquello pudiese herirlo tanto. Estreché a Jake en un gran abrazo, intentando que de este modo supiera que estaba allí y que siempre lo estaría. Me rodeó con sus brazos y hundió la cabeza en mi hombro, por un momento pensé que lloraría, pero lo cierto es que nunca había visto llorar a Jake, sin embargo, lo vería más adelante.
Al final, tras un largo rato se separó y sorprendentemente, cuando me miró, también me mostró su sonrisa más bella, aquella que hacía que cada vez que la veía se me viniera el alma a los pies, porque en ella habían tanto sufrimiento como dulzura.
- Estoy bien, Aremis - Asentí y también le sonreí, pensé que era mejor dejar aquel tema por el momento, sobretodo si eso le hacía daño a Jake - Gracias por estar aquí - Me estrechó débilmente contra su hombro, después nos separamos sonriendo y seguimos la marcha en silencio
Llegué a casa, introduje la llave en la cerradura y abrí la puerta intentando no hacer ruido. Una vez dentro vi que la luz del salón permanecía encendida, eso solo quería decir que mi abuela estaba despierta. Y efectivamente así la encontré sentada en un sillón leyendo Interpretación de los sueños , que si no había leído ya por lo menos mil veces no lo había hecho ninguna.
- Hola abuela, ¿qué haces despierta a estas horas de la madrugada?- Mi abuela me miró con sus increíbles ojos verdes, que eran más hermosos que los bosques más maravillosos de todo el planeta.
- He tenido una pesadilla y no he podido conciliar el sueño nuevamente.-me dijo con su voz dulce y cantarina.
Adoraba a mi abuela, era mi mayor tesoro y agradecía cada día a Dios que ella estuviera a mi lado y a la vez le suplicaba que no me la quitara como había hecho con mis padres.
-¿Qué tal la fiesta, mi niña? - No contesté nada al principio, la verdad, no sabía qué era lo que debía decir, como siempre. Mi abuela que me conocía mejor que nadie me analizó con sus bellos ojos y sonrió - Sabes que puedes contarme lo que quieras, cariño. Soy vieja, lo sé, pero nunca fui una anticuada, ya lo sabes.
Eso era verdad, mi abuela había sido siempre una mujer muy moderna. Cuando tenía mi edad, todos la conocían como la agitadora, por todas las manifestaciones y protestas que llevaba a cabo a favor de animales, bosques y el derecho de la mujer en la sociedad. También fue una muchacha rebelde. Se enamoró de un chico de condición pobre, lo que para la época era algo "malo", pero ella lo quería y en ningún momento hizo caso a su padre, se escapó con mi abuelo, se casaron y mi abuela tuvo a mi madre cuando tenía dieciocho años.
Nunca conocí a mi abuelo ya que murió en la guerra, pero por todo lo que me habían contado mi abuela y mi madre sobre él, era suficiente para que lo adorara casi tanto como adoraba a mi abuela.
A pesar de que sabía que podía contarle cualquier cosa a mi abuela, sentí que no era el mejor momento, además me guardaba aquellos pequeños detalles de mi adolescencia para hablarlas con mi hermano Clark, que en aquel momento se encontraba estudiando en Roma. De todos modos decidí que en algún momento se lo contaría todo a mi abuela aunque muchas veces tenía la sensación de que ella lo veía todo a través de sus ojos.
- Pues la fiesta ha estado muy bien, y he conocido a la hermana de Vicky, que es una muchacha muy dulce y amable, todo lo contrario que Vicky - Mi abuela sonrió.
- Vicky no es una mala persona, Aremis... solo que las almas de los humanos hay veces que buscan cosas tan diferentes que aunque lo intenten no pueden congeniar... - Aunque dijera aquello, y en el fondo supiera que mi abuela tenía razón, después de que Vicky le hubiese destrozado el corazón a mi mejor amigo, se había acabado la tregua por mi parte.
- ¿Cómo se llama tu nueva amiga? - No sabía si era una "amiga", ya que siempre he pensado que para que una persona se gane ese título ha de esforzarse.
- Iride.
- Qué nombre más bonito - Hizo una breve pausa- Y... ¿has "visto" algo esta noche?
- ¿Algo como qué? - Mi abuela negó con la cabeza y yo no le di más importancia. Me acerqué y le di un beso en la frente - Me voy a descansar, y tú deberías hacer lo mismo - Mi abuela asintió y me fui a la habitación.
Intenté dormir a toda costa para ver si de ese modo podía olvidar, pero no hubo modo alguno de conseguirlo. Cogí el portátil y me conecté al messenger. Casi instantáneamente se abrió una pequeña pantalla.
- "Hola" - Era Jason un amigo que hacía algún tiempo que había conocido por chat. En realidad me dijo desde el primer momento que ese no era su auténtico nombre. Insistía en que me conocía pero que era mejor que no supiera quién era.
- "Te he visto en la fiesta, estabas guapísima" - Era un chico súper tierno, por eso a veces tenía la sensación de que si lo conocía en persona todo aquello sería diferente, sin embargo tenía una gran curiosidad por saber quién era.
- "Yo a ti no... aunque claro teniendo en cuenta que no sé cómo eres" - "Algún día lo sabrás, no desesperes".
- "Eso espero, me mata la curiosidad" - le dije intentado que de eso modo me diera alguna pista.
- "Pues a mí lo que me mata son tus ojos y tu sonrisa..." - Al leer aquello sentí un intenso calor que se apoderaba de mis mejillas, supuse que debía estar como un tomate.
- "¿Eso es bueno o malo?".
- "No sé, dímelo tú... si te ha gustado no debe ser tan malo, ¿no?" -Me quedé alucinada mirando la pantalla.
- "Siento no poder decir lo mismo de tu sonrisa y tus ojos...porque como no te he visto" - Quería saberlo, quería descubrir quién era... y esa noche lo conseguiría.
- "Sí que me has visto, y muchas veces, además. La verdad, me extraña que en todo este tiempo no hayas descubierto quién soy. Todo fue culpa mía y lo siento muchísimo, pero no sabía qué hacer" - Aquellas mismas palabras me las había repetido una persona hasta la mismísima saciedad. No podía ser. Tecleé sin darme cuenta.
- "Damian" - Hubo una pausa, no escribió nada, pero al final me llegó su respuesta.
- "Sí... Soy yo. Aremis, lo siento" - Antes de que me diera tiempo a decir nada más, se desconectó.

2 comentarios:

  1. Me encantaaaaaa!! ¿Quién será ese tal Damian?
    La curiosidad me mata! Ains! Lo quiero saber!
    Bombón, ánimo! Sigue así
    TQM!!!

    Vale

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  2. Graciaass!!!! Como has podido ver he cambiado algunas cosas...y he añadido al hermano...me había olvidado de él xD, un desastre, así que como volví a leer el segundo capitulo de El alma que lee y lo vi de nuevo pensé en poner algo sobre él...jajaja En cuanto a Damian...no desesperes!!!
    TQMM

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