23 marzo, 2010

Los Ojos que Ven (Capítulo 1)

Abrí los ojos lo más rápido que pude intentando alejarme de mis habituales pesadillas. Como todas las mañanas salí de debajo de las sábanas y apagué el despertador para acabar con aquel pitido infernal. Me vestí, desayuné y cogí mi cartera de la cama a gran velocidad cuando me di cuenta de que apenas tenía un cuarto de hora para llegar al instituto.

Llegué a tiempo pero creo que perdí la mitad de mi vida en el camino, al final para averiguar que el profesor estaba enfermo y no había venido. Me senté y saqué el libro de matemáticas para adelantar pero en ese momento apareció mi buen amigo Jake.

- Aremis, ¿otra vez estudiando? Tía, déjalo ya, es un rollazo, total estás perdiendo el tiempo ya me dirás tú para qué sirve saber qué es un ángulo recto...

Me quitó el libro de las manos y se sentó a mi lado haciendo que, quisiese o no, me fijara en él y en las tonterías que hacía todos los días desde el jardín de infancia para hacerme reír.
- Tú quieres que repita curso ¿verdad?
- ¿Repetir?¿Te estás quedando conmigo? Si sacas en todo excelente...
Suspiré y al final me dije a mí misma que era mejor hacerle caso y olvidarme un rato de estudiar...
- ¿Vas a venir este sábado a la fiesta de Vicky Jackman?
- No puedo...tengo que...bueno tengo...
- ¿Qué?
- No quiero ir, es que no me llevo bien con ella, Jake.
- Hazlo por mí...ya sabes que me gusta mucho...va...porfa...
Nunca había podido decirle que no a nada, supongo que como era una de las pocas personas que estaban a mi lado cuidándome y haciéndome reír.
- Es mayor que tú Jake...
- Solo dos años...No es para tanto...además yo aparento más.
Al final le dije que sí, no podía negarme a aquellos ojos castaños grandes y profundos. El resto del día se pasó como los demás, entre las payasadas de Jake y las explicaciones de los profesores.
La señal que nos anunciaba que podíamos irnos a nuestras casas sonó puntual, como siempre. Llegué a la portería de mi casa cansada y desanimada, sabía que la noche anterior había soñado algo desagradable pero no lograba recordar qué. Saqué las llaves del bolsillo, no lograba encajar la llave en la dichosa cerradura, hasta que vi una mano al lado de la mía que sostenía unas llaves con firmeza. Me giré lentamente y vi aquellos ojos castaños, su cabello negro que estaba de punta gracias a la gomina y aquel cuerpo celestial vestido de negro.
- Hola.-Era mi encantador vecino del que ni el nombre sabía.
- Buenas.
- Últimamente se atascan mucho las llaves con esta cerradura, habrá que proponer en la próxima junta que la cambien.-Dijo, supongo, que para que no me sintiera mal.
- Sí.-No sabía que más decir ante aquella maravillosa sonrisa sacada del cuento de hadas más hermoso.
Cuando entré por la puerta de mi casa me dirigí a mi habitación, dejé la mochila y saqué un refresco de la nevera, caminé hasta el comedor, me senté en el sofá y encendí el televisor.
- "Noticia de última hora fallecen cuatro personas en un accidente de coche tras un desafortunado incidente..."-Dijo la periodista, aunque no acabé de escucharlo enseguida recordé mi sueño, y de una manera u otra era exactamente igual que lo que acababa de oír y ver mediante las imágenes retransmitidas por la televisión de un vídeo aficionado.
Todo aquello hacía que temblara levemente pero comprendí que no tenía sentido. Podía ser una coincidencia, una escalofriante coincidencia. En mi bolsillo comenzó a vibrar mi móvil, al cogerlo vi en la pantalla: "Jake".
- Dime Jake...
- ¡Qué poco entusiasmo! Yo que llamaba para ver si te apetecía ir a dar una vuelta por ahí...
- ¿Para qué?
- Es que quiero comprar un regalo para Vicky, pero no sé muy bien qué, y pensé que podías ayudarme...
Respiré hondo, le di otro trago a mi refresco y le contesté:
- Vale, a las seis delante de mi casa.
- Gracias, eres la mejor.
- Vale, vale. Hasta luego.
Sin saber cómo ya se había hecho sábado por la tarde y todavía no sabía que ponerme para la fiesta del amor platónico de mi mejor amigo...Al final opté por un vestido morado que me llegaba hasta las rodillas, dejé mi cabello largo y castaño suelto y en la mano con la que no sujetaba mi bolso llevaba el regalo para Vicky, la verdad me daba igual si le gustaba o no, lo que sí que sabía que no le gustaba era mi presencia, no acabábamos de llevarnos bien, pero Jake estaba en medio así que me tocaba aguantar. Llegué a la fiesta acompañada por Jake que abrió las enormes puertas de la casa y descubrimos al otro lado una especie de discoteca adaptada a los gustos de Vicky, llevaba su firma.
Nos acercamos hasta donde estaba ella acompañada de una chica rubia, de largos cabellos que llevaba puesto un atrevido pero a la vez elegante vestido color marino.
Un escalofrío se apoderó por un instante de mi cuerpo, justo en el momento en el que recordé su cara en uno de mis sueños.

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