18 julio, 2011

Los Ojos que Ven (Capítulo 9)

Todo me parecía extremadamente extraño. No entendía todo aquello y por momentos me parecía estar flotando entre nubes que me provocaban un desconocimiento extremo.
Frío, calor, temblores y desconfianza. La noche oscura no dejaba que viera más allá de lo que me permitían ver. ¿A dónde mirar cuando todo lo que te rodea se torna en inquietantes incógnitas?
Ahí estaba yo, entre ramas de árboles escalofriantes, pequeñas estrellas, ruidos de animales salvajes y bajo la atenta mirada de una niña que me recordaba algo que no acababa de desvelarse en mi mente.

15 julio, 2011

¡1000 visitas!

¡1000 visitas y miles de GRACIAS a todos los que nos las habéis regalado y con ello habéis conseguido sacarnos una sonrisa! Hemos vuelto y vamos a poner todo de nuestra parte para que en esta ocasión no volvamos a desaparecer hasta que concluyamos la historia. Iride y Aremis vuelven, y con ellas una maravillosa historia que Valeria y yo tenemos ganas de haceros llegar.

11 junio, 2010

Fin de la selectividad!!!!

Fin de la selectividaaaaaaaaaaaddd!!!!!!!!!!
Bieeeeennnnnnnn!!!
Por fin se acabó!!!!!!
VIVAAAA VALEEEE!!! (L)

23 mayo, 2010

El Alma que Lee (Capítulo 9)


Nos encontrábamos allí. En aquella tienda. Paredes ocres y parqué en el suelo. Los aromas del ambiente me relajaban profundamente. Una voz sosegada y dulce que salía desde detrás del mostrador se dirigió a nosotros.
- Buenas noches. Bienvenidos a Aura, ¿qué desean?
Yo la observé detenidamente. Era una mujer joven, estaría en la treintena, de cabello cobrizo y ondulado recogido con un lazo blanco. Mantenía una sonrisa amplia y mucha vitalidad en su mirada.
- O mejor dicho, ¿qué deseas? – preguntó centrando su atención en mí.

21 mayo, 2010

El Alma que Lee (Capítulo 8)


Me encontraba delante del mostrador de la biblioteca esperando a que llegase el bibliotecario. Jake estaba a mi lado, llevábamos más de veinte minutos ahí plantados sin que apareciese nadie. El edificio estaba vacío exceptuando las interminables hileras de estanterías, el polvo que se acumulaba por los rincones y nosotros.
Siempre me había encantado aquel lugar, de pequeña lo visitaba con frecuencia, el primer día que visité la biblioteca me encaramé a las estanterías como si fuese un mono para alcanzar un libro, pero apareció aquel bibliotecario y me ayudó.
Desde aquel momento al menos un par de días a la semana obligaba a mi madre a que me llevase, era mi rincón secreto, un lugar donde podía ser yo rodeada de aquellas páginas repletas de letras que tanto me fascinaban.

25 abril, 2010

Los Ojos que Ven (Capítulo 8)


Tras el que me pareció el viaje más largo y escalofriante de mi vida, así como insoportable debido al agradable niño situado detrás de mí y que una vez tras otra arremetía con todas sus fuerzas inacabables patadas a mi asiento, aterrizamos en el aeropuerto y sentí que volvía a respirar.
Tomé mis maletas, que no eran pocas a causa de la insistencia de mi abuela de que todo era importante, y en cuanto pasó un taxi libre hice la señal para que parara. Me subí contenta de estar de nuevo en casa, solo en aquellos momentos me di cuenta de lo mucho que había echado de menos todo aquello. Le indiqué amablemente al taxista el destino al que debía llegar y luego me acomodé, al fin, en el asiento del copiloto dejándome llevar por la suave música procedente de la radio mientras mis ojos volvían a situar todos aquellos paisajes en mis más profundos y a la vez especiales recuerdos.

23 abril, 2010

El Alma que Lee (Capítulo 7)


Por fin me habían dejado salir de aquel odioso hospital, no echaría de menos el olor, la frialdad, los medicamentos; pero extrañaría mucho el cariño de las enfermeras y a los guapos, jóvenes y simpáticos residentes.
Acaba de llegar a casa y me había acomodado en mi cama. Me sentía tranquila de volver a estar allí. Respiré el aroma al perfume de lavanda de mi madre, junto al suavizante de la ropa y el ambientador de flores, y supe cuánto había deseado regresar.
Estaba tumbada en la cama con las piernas cubiertas por una fina colcha, cuando mi hermana entró muy despacio con un vaso de leche caliente y galletas de chocolate. Sonreí al ver la expresión de Vicky, parecía una ladrona intentando entrar sin que la descubriesen.

21 abril, 2010

Los Ojos que Ven (Capítulo 7)

Mi dedo a penas había rozado el timbre cuando Vicky me abrió la puerta. Me miró durante un segundo y me hizo un gesto con la mano.
- Pasa - Hice ademán de entrar cuando una extraña reacción se apoderó de mi cuerpo, aunque solo fueron unos segundos escasos. Cuando me vi dentro y Vicky hubo cerrado la puerta tras de mí, me observó con fijeza y concentración absoluta, soltó el aire, que sabía que había contenido desde que me había visto en la puerta, y me abrazó con tanta fuerza que creí que la próxima en acabar en el hospital sería yo.
Se separó y sonrió débilmente, me percaté de que tenía puestos los pendientes que le había regalado por su cumpleaños.
- Gracias por lo que hiciste por Iride - Me dijo al fin.
- Es lo que debía hacer.