01 abril, 2010

El Alma que Lee (Capítulo 3)


Llevaba media hora en el mismo lugar, sin prestar atención a nada ni nadie, intentando no pensar por qué me sentía tan terriblemente mal sin motivo aparente cuando mi hermana atravesó la entrada del salón, como era de esperar no iba sola.
Ya había tirado la caña y recogido el sedal, y como premio llevaba agarrado por la cintura a un tío que cualquiera hubiera deseado. Alto, moreno, de ojos castaños, con una sonrisa resplandeciente y con unos cuantos chupetones en el cuello, resultado de su encuentro con Vicky, deduje.
Se acercaron adonde me encontraba.
- Iride te voy a presentar a alguien.
- ¡Qué novedad! – mascullé. Ella no me escuchó, en cambió él me miró con curiosidad.
- Este es Robert, un amigo – cuando me levanté por cortesía, ella se acercó – Por ahora – me susurró al oído con una de sus estúpidas risitas de colegiala consentida.

El término “amigo” para ella era muy amplio. Era una forma de indicar que era cercano y que estaba a prueba, si superaba los retos y se ganaba su corazón a lo mejor sería algo más. Por la expresión de Vicky, ella deseaba que llegara a ser algo más.
- Robert, esta es mi hermanita Iride – él sonrió y me dio un par de besos – Bueno chicos, esperad un segundo, que ahora mismo vuelvo, ¿vale? Iride, cuídamelo bien, que por aquí hay muchas chicas desesperadas y no quiero que se lo coman.
Una vez a solas el chico intentó sacar tema de conversación.
- Una fiesta genial, enhorabuena.
- Eso deberías decírselo a Vicky, fue ella quien la organizó. Nosotras tenemos gustos diferentes, si la hubiera preparado yo sería muy distinta. Lo único que hice fue comprar los vasos de plástico.
- Ah… Pues hiciste una buena elección, son resistentes.
Desde luego el chico lo intentaba, pero no tenía ganas de soportar más caprichos de mi hermana, y él era eso. Por otro lado tampoco me apetecía ver como otro tío conseguía de mi hermana lo que iba buscando, impidiendo que Vicky asentara cabeza.
- Ya – respondí tajantemente.
- ¿Y te lo estás pasando bien?
- Claro. Si consideras diversión a que te obliguen a ponerte un vestido que enseña más de lo que preferirías, a ver como todo el mundo se emborracha para olvidarse de sus deprimentes vidas consiguiendo que mañana no se acuerden de lo que han hecho esta noche y eso les conduzca a la miseria, a observar como se restriegan entre sí una panda de adolescentes llenos de hormonas alegando que eso es bailar y a continuar callada esperando que termine una supuesta fiesta en la que por supuesto te estas divirtiendo.
- Veo que estás un poco enfadada e intuyo que yo tengo que ver con eso, ¿me equivoco? – comentó sonriendo divertido.
- Vaya, por fin un comentario inteligente. No, no te equivocas. En realidad tú no tienes toda la culpa, Robert; pero estoy harta de que mi hermana juegue con los hombres como le da la gana y todo porque aun no se ha enamorado de nadie y lo que hace es ir probando la mercancía. Ella no entiende que así no funciona el asunto, porque a pesar de que creas que es una experimentada adulta, continua siendo una adolescente insegura e ingenua con las ideas infantiles de una niña. Vosotros no ayudáis a que mi hermana madure porque le consentís todo lo que desea y más, sin observar que os está utilizando porque pensáis que sois vosotros los que os aprovecháis.
En ese punto intentó interrumpirme, pero yo continué con mi discurso por que me había embalado y necesitaba terminar.
- ¿Te crees qué soy tonta y qué no sé que lo que te interesa de mi hermana es una única cosa? Lo sé, y la mayoría busca lo mismo. Te voy a dar un consejo de amiga, porque no es que te odie a ti sino más bien a tu comportamiento: Piensa un poco en las consecuencias de tus actos. Lo que haces no afecta únicamente a las personas a las que van dirigidos también repercute en personas que ni siquiera conoces. Recapacita. Reflexiona sobre tu vida y si de verdad estás orgulloso de tu comportamiento, después según lo que decidas continúa causando dolor a los demás sin ser consciente de ello o haz un intento por cambiar las cosas. Porque no sé tú pero yo tengo claro que me estoy esforzando por cambiar mi vida y voy a seguir haciéndolo.
Le observé. Su sonrisa había desaparecido por completo y en sus ojos vislumbre la tristeza y el arrepentimiento. Mi estómago se encogió y la culpabilidad ascendió hasta mis ojos inundándolos de lágrimas. Me aparté para alejarme. Él intentó agarrarme por el brazo pero me zafé con agilidad. Sin más me dirigí esquivando a personas y empujando a otras hasta que alcancé el pie de las escaleras, ascendí con rapidez, a pesar de las incesantes lágrimas que me hacían moverme con torpeza.
Por fin llegué a mi cuarto y cerrando la puerta tras de mí, me lancé a la cama en completa oscuridad donde continué con mi llanto.
Al cabo de un rato, me calmé, pero ese odioso sentimiento continuaba allí. Se había instalado en mi cuerpo y sabía que no podría librarme fácilmente de él. Por esa razón no acostumbraba a decir aquellas cosas. Lo que pensaba. Prefería llorar en mi cuarto sin provocar la preocupación en otras personas antes que ir lamentándome y soportar ese sufrimiento.
Me levanté y me quité aquel vestido, estaba guardándolo en la bolsa en la que mi hermana me lo dio, decidiendo que no me lo volvería a poner, cuando sonó mi móvil que se encontraba sobre la mesilla de noche.
Me acerqué. Era un mensaje. Al abrirlo me sorprendió ver la procedencia. Era de Jake.
“Iride, necesito hablar contigo.” – eso era una novedad - “Es sobre Vicky” – eso no – “Nos vemos mañana en el parque enfrente del Banco. Besos”
Tras cambiarme me tumbé en la cama boca arriba y puse a funcionar mi cabeza pensando en los motivos sobre los que podría querer hablar sobre Vicky. Entonces recordé que Jake y Aremis antes de irse dijeron de despedirse de mi hermana. Mi hermana apareció con Robert. Él estaba llenó de chupetones. Y me fijé que en mis recuerdos mi hermana no llevaba pintalabios. Tal vez había visto a mi hermana con Robert y quería preguntarme qué hacer para acercarse a esa chica que le traía de cabeza.
Me eché a reír. Demasiada casualidad. Sólo faltaba que Aremis conociese a Robert y estuviese enamorada de él, y mejor aun, que ese sentimiento fuese completamente secreto.
Pensando en aquello me dormí poco a poco, con una sonrisa en los labios hasta que vi una imagen de Robert entristecido y una lágrima se deslizó por mi mejilla y se perdió entre mis sábanas. Después dormí. Pero no fue un sueño agradable. Oscuridad. Llanto. Golpes. Frío. Mi frente se cubrió de sudor en pocos instantes pero no pude despertarme de aquel fatídico estado nocturno hasta que mi madre me despertó trayéndome a la cama el desayuno como recompensa por aguantar a mi hermana durante “toda” la noche o mejor dicho, la vida.

2 comentarios:

  1. Iri ha sido cruel con Robert, no estoy de acuerdo, creo que Vicky ya es mayorcita para saber lo que hace, si quiere que jueguen con ella, ella sabrá...
    Iri quiere a Jake! (lo siento ya lo tengo claro) jajajjajaajajajaj

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  2. jajajaja
    Tal vez un poco cruel, peeeeero... es lo que hay :P Además ya se sabe las hermanas siempre tienden a protegerse, jeje
    Ayyyyy!! El amooooor!! (L) Hasta donde puede llegar!! :3

    Vale

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