Todo me parecía extremadamente extraño. No entendía todo aquello y por momentos me parecía estar flotando entre nubes que me provocaban un desconocimiento extremo.
Frío, calor, temblores y desconfianza. La noche oscura no dejaba que viera más allá de lo que me permitían ver. ¿A dónde mirar cuando todo lo que te rodea se torna en inquietantes incógnitas?
Ahí estaba yo, entre ramas de árboles escalofriantes, pequeñas estrellas, ruidos de animales salvajes y bajo la atenta mirada de una niña que me recordaba algo que no acababa de desvelarse en mi mente.